Doris Irizarry
Puerto Rico
Presa de sus migajas, de la eterna espera, de sus besos ausentes y de
las noches frías, escogió el más filoso de los puñales para que la herida fuera
profunda, de por vida. Él jamás lo habría sospechado, si no lo hubiera
escuchado de sus propios labios.
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