sábado, 27 de octubre de 2018

Vivir con mayúsculas

Mirian Sansone  

Argentina


Anochecía en púrpura. Chorreaban las gotas embriagadas de su vida. Intentaba repasar sus años una y otra vez, pero el tiempo se escurría en tintos delirios solitarios. Recordar: imposible. Una nebulosa caía como un manto sobre su memoria. ¿Cuándo o por qué? Ya no tenía importancia. Su mano aferrada a la botella era el único presente que sostenía. Só-lo-la-bo-ca-hú-me-da-de-a-mar-go-sa-bor y un contínuo sueño enredado entre sus partes adormecidas. El cuerpo le era ajeno y tan lejano como sus recuerdos. Arrinconado en un callejón sin salida aún tenía la vaga esperanza de que alguien se apiadara de él, lo recogiera en sus brazos y dulcemente le impusiera  sus fuerzas, transmutándolo... Una  oportunidad, un borrón y cuenta nueva. Páginas en blanco donde escribir en tinta china y no en vino tinto otro comienzo. Enrollar el ovillo de sus horas perdidas y Vivir, por primera vez, con mayúsculas. 

Publicado en Pluma, papel y vino. I Certamen Internacional de Literatura Hiperbreve.*EL RIOJA Y LOS 5 SENTIDOS*". Gobierno de La Rioja. España, junio 2009. Pag. 132.

jueves, 18 de octubre de 2018

Despacito

Clide Gremiger

Argentina

 

—Mamá, ¿y esta foto?

 El recuerdo vino claro como la canción. El viaje en el crucero caribeño que con fastidio aceptó como premio. Ninguna de sus amigas podía costeárselo. Tenía que viajar sola. ¡Sola en un crucero! Pero fue. Cómo rechazar un premio de esos. “A quien se le ocurre dar un premio de estos para una sola persona.”. .. Esas cosas que uno hace sin leer la letra chica, se dijo en aquel momento.

 La foto era de la velada de bienvenida. Todo el mundo exaltado, bailando. Ella misma contoneándose con un canoso que la ceñía por la cintura… “O lo que me queda de cintura”, pensó.
 En el canoso no había reparado hasta la mitad de la fiesta. Ella, incómoda y enojada con su hija por haberla convencido de ir, se había sentado en el lugar menos expuesto del salón. Pero la canción deslizó un  “llevo un rato mirándote” casi susurrado, en boca de un caribeño de aspecto sudado. “Lejos está de la imagen de Fonsi”, pensó, mientras sus ojos hacían un paneo del entorno, para disimular la incomodidad. Y allí vio al canoso que desde la barra la miraba con insistencia.

 Para cuando el sudado decía “me voy acercando y voy armando el plan”, ella ya tenía su mano en la mano del canoso y se dirigía a la mitad del salón

Sonrió al recordar cómo se había divertido esa noche al son de “Despacito” y otras tantas canciones que ella ni sabía que existían. Miró a su hija y con un gesto pícaro respondió: “la noche estaba para un reggaeton lento”.



-->