martes, 18 de junio de 2019

Nena y Beba


Adri Diaz

Argentina



Esta mañana en la biblioteca donde trabajo, he visto a dos ancianas muy bien vestidas y elegantes ellas, mirando una fotografía de tonos ya amarillos…

Es su antiguo retrato escolar de casi principios del siglo. Las veo alineadas y posando junto a su maestra. Ellas no parecen tener más de diez años y sonríen en esas tomas que quedan para la eternidad.

Las escucho conversar animadas. Son amigas pero casi parecen hermanas. Concurren aquí, dos veces por semana y sin faltar nunca, a los talleres de memoria y juegos que ofrecemos para jubilados.

-       Nena, mirá qué lindas estamos! Con el guardapolvos blanco. Todas formadas de menor a mayor por estatura. Bien paraditas..

-       Bajitas, Beba? Algunas sí eran bajitas pero no todas… Había dos o tres que más bien parecían jirafas.

-       Las gafas ? Querés que te traiga las gafas Nena? Pero si las tenés puestas. No te acordás que te las habías olvidado pero te las alcanzó tu hija, la Rosita?

-       Mmm enanitas… No, no me parece. Sí, puede ser alguna que otra petisa pero enanas… No…  Mirá que llamarnos enanas Beba… Vos estás segura que hoy tomaste tu medicación?

-       Ay… si Nena. Siempre me acuerdo que nos hacían ensayar esa canción…  Aquí en esta foto estamos en la sala de música.

-       Pero qué cosa Beba! Cómo estás hoy! Sí, la maestra era un poco rústica…   Pero en el fondo era muy buena. Lo que no me acuerdo muy bien era el nombre de la señorita. - dice señalando la fotografía.

-       Dorita?

-       Te parece? Si, bonita era… Pero lo que más me acuerdo, es que era era gritona.

-       Mmm… No la recuerdo tristona pero si vos lo decís… así debe ser. Tengo que reconocerlo Nena, a vos de memoria no te gana nadie. Vos siempre te acordás de todo…






miércoles, 5 de junio de 2019

Cuello de Luna


 

Paul Fernando Morillo

Lewisville. NC. USA


 Al sacar la cabeza por el cierre  de la puerta en la tienda de campaña, el montañista tuvo la certeza que el reloj marcaba las 2:45 AM, los chorritos horizontales y verticales ateridos del aire que  bañaba la madrugada lo terminó de despertar, la verdad, no durmió bien, pensando en la cumbre de la montaña. El guía ya despierto les arengaba para que salgan inmediatamente y poder avanzar hacia su objetivo, les alentaba a que revisen su equipo una y otra vez,  los principales objetos cuerdas y crampones, de esa forma emprenderian el ascenso lo más pronto posible.
En la mente del muchacho “quincuagenario” asomaban flashes de la frustración que experimentó para vivir un momento como este, las rápidas interacciones mentales, igual que el viento helado, así como aparecían, se diluían. Mientras revisaba su equipo se acordaba de esos prolongados momentos en que la fatiga  adormecía las fibras musculosas, la mente jugaba triquiñuelas y él sin saber por qué, quería abandonarlo todo. En vez de amargarse por ello, muy por el contrario, daba gracias por aquellas exiguas circunstancias, que por Gracia del dios de la montaña, asomaban para darle ánimos a seguir, eran un elixir de agua pura en el desierto del desconcierto.
La ventana de la noche invitaba a echar una mirada a través de ella, así lo hizo, las pupilas buscaban la cima, que por causa de lo abúlico de la bruma, dispersa  y casi estática, no se veía. Un magnífico trueno machacó la oscuridad, la partió en varios halos de luz, sus ondas claras entonaron todas las cuerdas con la que el alma se ata al cuerpo en lo interior, lo ensordecedor del fenómeno le causó alegría, entonces oyó una voz que le aseguraba que aquel era un buen día para intentarlo de nuevo. La luz del trueno desapareció tan rápido como vino y él sonrió por la sagrada experiencia.
La cadena de nueve  eslabones humanos, de varias edades y estados físico inició la escalada, emprendieron la ruta a la cima a las 3:06 AM, el montañero sumo los dígitos en su mente, se acordó de Yesod, comparó con el número de integrantes del grupo y tuvo la certeza que este sería un buen día. Al cabo de unas cortas horas la mañana ya se destornillaba en el mismo sentido de las manecillas del reloj. La niebla bajaba a borbotones por las suaves pendientes de su mente y de a poco se posaba en su cabeza, en lo externo el día era claro y luminoso.  No pudo más por ahora, se encaramó en una piedra enorme, y se puso a contemplar la cima del monte, el montañista sentía que era parte del  estratovolcán que atraía no solo por su belleza sino por las historias que representaba; recordó el mito del volcán Kutu Phaxy, ahora adormecido. De todos los nombres del gigante promontorio, él se quedaba con el que más le evocaba calma, Cuello De Luna. Estos mágicos glaciares en las noches despejadas muestran blancura pura bajo el manto de la bella diosa Killa, y  por las mañanas al golpe del dios Inti, chorrean miles de diamantes en su nieve y hielo sempiternos. El buscador de los parajes solitarios había pensado en ascender el volcán y pelear contra los vientos enfurecidos que te recuerdan lo débil de tu cuerpo y lo fuerte de tu espíritu. Así lo hizo. Hasta ese momento. Hasta allí, hasta esa roca.
     El cansancio debido al esfuerzo de las pendientes del volcán lo invitó a descansar  en esta gran masa de flujo magmático seco, esta roca que había escapado  entre  las comisuras del tiempo era sólida y de color negruzco, el espléndido molón roca apostado en la ladera exterior del cráter miraba hacia el valle, el montañista también apostó la mirada hacia el fondo del valle pero alternaba su mirada hacia la cima, ahí estaba el mundo roto en espacio y tiempo, ahi tambien se encontraba la voluntad humana en constante lucha de progreso interior. Él estaba absorbiendo este instante que lo pospuso por cualquier excusa, el día había llegado trayendo en su agenda una respuesta que al montañista no le gustaba. Termina su breve descanso.
 El pie izquierdo lo levanta con dificultad y dolor, la respiración es larga y copiosa, las ventiscas que aparecen y desaparecen se cuelan entre los dientes y el frío acuchilla las encías, la dentadura. Duele respirar. La bota con los crampones se clava en la nieve dejando escapar  un sonido de harina fría siendo aprisionada. La pierna derecha busca la  juguetona nieve, apoya el cuerpo y sigue caminando, escalando, sintiendo la carga física en su cuerpo, el hielo lo invita a tomar asiento.  La Cumbre se ve  más cerca pero todavía distante, el guia de vez en cuando les da un tiempo aproximado para coronar la cumbre, y esto lo animaba un poco. Se separan unos escaladores por la lentitud del avance.
Los impulsos de su corazón son acelerados, retumban en las sienes, lo finito del aire pone en su cuenta los años del escalador,  las ondas de los latidos se escapan por los lados laterales de cráneo del alpinista y se mezclan con la corriente del viento frío. Entonces la neblina que estaba en su cabeza abandona el nido de su cuerpo y se entreveran con una bruma  que apareció de la nada y cubre la pendiente.

        En medio de la neblina se abre un hoyo por donde se aprecia la cima muy cerca, logra ver a la más joven integrante del grupo coronando sola la cima del Cuello de Luna, el silencio en la alturas llega con un ruido en su estómago vacío y los latidos en las sienes,  se detona otro trueno y la luz que se desprende del estruendo convierte la nieve en una extensa masa negra por el contraste de  su luminosidad, el piensa si acaso no era lo mismo que le pasó a Moisés en el Sinaí, pero el esta en la parte alta del Cuello de Luna y solo sonríe.  Las fuerzas le abandonan, está de rodillas, mientras unos chorritos de agua salada escapadas de sus ojos caen en la nieve. Como un mantra se repite que es importante prepararse; pero, hay que lidiar con los obstáculos en este presente, y el mágico Cuello de Luna presenta grandes oportunidades. Por cualquier excusa, sean los viejos crampones, la falta de proteína, o cualquier otro subterfugio, él supo que el Volcán había ganado, sentía una derrota a medias, la edad no cuenta afirma en su corazón de viejo caminante, él lo sabe, el Cuello de Luna también, los dos concluyen que todo termina allí, la cima será un reto ahora puesto en calendario para dentro de unos meses.