Rubén Fernandez
Argentina
Cuando el tren paró en Quilmes, mi recuerdo quiso bajarse, pero la cordura se lo impidió.
También propuso permanecer allí la nostalgia,
que quería reencontrar los aromas de la niñez. Entonces la lógica opinó que era
un disparate, mientras la locura denunciaba discriminación.
En ese
momento, aprovechando la disputa y cuando el tren ya partía, el amor se me
escapó; desprendiéndose, se arrojó por la ventanilla entreabierta.
A partir de
ese día, vivo en la indiferencia.
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