Deanna Albano
Caracas, Venezuela
Ya había escampado. El cielo estaba despejado de nubes y un arco iris destacaba en el
horizonte. Los pájaros gorjeaban, saltando entre las ramas de los frondosos
árboles.
Rosita limpió cuidadosamente el banco donde se iba a sentar. Al poner
especial cuidado en vestirse, armonizó
una blusa blanca de encajes con
la falda de pequeñas flores; unas
primorosas zapatillas rojas
completaban su atuendo, lo que le daba un aspecto juvenil. Había escogido una de sus novelas de amor,
que tanto le gustaban, para leer cómodamente, debajo de la sombra generosa de
su árbol preferido: una hermosa ceiba. Una brisa fresca acariciaba su cuerpo.
Rosita no conoció el almíbar del
amor, por dedicar todo su tiempo al trabajo de maestra y al cuidado de sus tres
sobrinos, hijos de su hermana, muerta prematuramente. Ahora jubilada y los
chicos más grandes, dedicaba las tardes a leer sus libros favoritos en el
parque.
Estaba entretenida con los paisajes amorosos de la novela, cuando al
levantar la mirada observó del otro lado del camino a un joven moreno, alto, de
anchos y musculosos brazos, una franela azul muy pegada a su cuerpo destacaba
sus pectorales que parecían querer salir
de la franela. Un blue jean azul muy ajustado marcaba su cuerpo. Notó sus
zapatos de goma, muy limpios, parecían nuevos.
El joven la estaba observando fijamente. Poco a poco se fue acercando a
ella mirándola a los ojos. Rosita no podía despegar su vista del joven, quien sin decir nada, se
sentó a su lado y siempre mirándola le agarró una mano y fue besando primero
los dedos, uno a uno, con extremada delicadeza, con lentitud, luego la palma. Pequeños y húmedos besos que la
turbaron. Luego besos fogosos
recorrieron su cuello, su oreja.
Un fuego ardiente recorrió el
cuerpo de Rosita, quien estremecida de placer, y ebria de felicidad, se deslizó
un poco en el banco, sus piernas se entreabrieron, cuando oyó una voz desde lo
lejos.
Rosita sorprendida abrió los ojos, sólo un policía estaba a su lado
preguntando:
—Señora, señora, ¿se siente mal?
Bonito y estimulante empeño que con seguridad tendrá mucho éxito. Como ya te escribí privadamente, me gustaron tus cuentos. Continúa en tu esfuerzo y verás como cada vez serán mejores. Me agradó el final iinesperado y el tímido erotismo. En este sentido puedes intentar ser más atrevida ¿No crees? Madri
ResponderBorrarMuchas gracias Alichin. Si voy a tratar ja ja ja. Un abrazo Deanna
ResponderBorrarAmena lectura, gracias a un estilo ágil y depurado.
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