domingo, 16 de febrero de 2014

Camas Separadas

Camas Separadas

Gil Sánchez

México

Después de cenar sin hablarse, Francisco, fiel a su costumbre, siguió tomando de su copa que pareciera estar pegada a su mano. A Sofía le molestó en un inicio de su matrimonio, pero al fin, no era agresivo, pensó, antes al contrario, embriagado se mantenía callado masticando la nada, sin importarle lo que tenía enfrente. Ya en la cama, sentada de espaldas, le dijo:

––¿Por qué te casaste conmigo?

Francisco miró con cierto desdén sus formas flacas, sobresaliendo los huesos de sus caderas como llamando, aquí descanso. Se levantó y se sentó en el sillón, arrimó su copa y se sirvió otro trago. La pregunta ya envejecida de su mujer, crecía entreverada con el silencio del cuarto. La mujer sin desesperarse, más inteligente y desdichada, le volvió a repetir:

––¿Por qué te casaste conmigo?

Callado sin responder, después de un momento, con voz titubeante y arrastrando sus palabras, le dijo:

––Por culpa de tu embarazo, tenía que protegerte.

A partir de esa noche, Sofía, durmió en el cuarto de su hijo de 5 años. Encima del buró, acomodó un retrato del chico. En su cabeza, descansaba su conciencia sin culpa y sin miedo, se dijo para sus adentros. “El niño es igualito a Roberto”.

2 comentarios:

  1. Los sentimientos no dichos, con las cosecuencias en la culpa y el velado reproche, en pocas líneas y con un lenguaje justo. Y qué final!

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  2. IMPACTA LA FRIALDAD DE LA RELACIÓN! ME GUSTÓ.

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