Carlos Arias Villegas
Colombia
Te miras y me observas
largamente llenándote de razones para hacerlo. La mueca de la boca revela el
desencanto que percibes. Sabes que tan pronto te ubiquen van a entrar por la
fuerza, como en las películas. Imaginas cuadro a cuadro lo que pasará en los
días siguientes. ¡Desiste! Solo, deja las cosas así. Piensa en ti ahora; le has
dedicado mucho tiempo a quien no se lo merece. Te acercas a mis ojos para
cerciorarte del daño irremediable del tiempo. Los lentes amplifican la
devastación de la piel y el esmalte roto de la risa. La ira enciende tu mirada
y por un momento, casi hermoso, hace
juego con tu bata anaranjada. Debiste escuchar, cesar las cosas a tiempo, y no seguir con esta locura de ahora cuando ya
no hay fuerzas para creer.
Quieres convencerte
de que aun tienes opciones en la carne, pero mi perfil agitado y sudoroso, te
dice que no. El brillo de la mañana se ha ido, cualquier proyecto de
restauración debe ser netamente espiritual. Tardaste mucho para decidirte, hasta
intentaste un milagro: tantos ayunos y oraciones para nada. Aguantaste hambre,
amiga. Sabías de sobra que el que es no deja de ser. Mira este día tan luminoso,
¿te parece sensato arruinarlo de esta forma? Solo sácalo y déjalo por ahí.
Ellos se lo llevarán, ¡pero date prisa!
¡Te llaman!, sí a
ti. No me mires, tú estás al mando. Diles que todo está bien. Que
necesitas una hora, ¿una hora? Tal vez dos. Respira con calma, estas
hiperventilando. Vamos, hazlo ya. No les des motivos para entrar. Entrarán con
todo, y lo sabes. Sí, es comprensible. Estas furiosa porque la forma y la
alegría que tenías, se perdió en la noche. ¿Te acuerdas bien de cómo fue? Es
triste, pero así es la vida. Relájate, ábrete, vomítalo de una vez. No pienses
en nada, solo deja que salga ese dolor innombrable. Ya está, ¿lo ves? Deberías
mirarlo por última vez, tal vez te devuelva alguna esperanza.
Está bien, llora
todo lo que quieras. Maldícelo, dicen que eso ayuda. Desahógate, pero date prisa porque
están viniendo, solo es cuestión de segundos para que derriben la puerta. No
creas que todo ese parapeto que hiciste los detendrá. Los has visto antes,
siempre terminan salvando a quien no debían, pero ellos no estuvieron cuando
pedías auxilio, ¿lo recuerdas? Ni uno solo de esos uniformados se apareció.
Después te acostumbraste a esa forma de violencia. Parecías la única mujer con abusador
propio. Claro que tú no estás para hacer
justicia. No, es un sacrilegio el solo pensarlo. Eso le toca a seres
impersonales que están más allá del bien y el mal, las criaturas como tú solo
viven “escenarios disruptivos de la norma”,
y sufrir la otra violencia pública, para que aquellos hagan cumplir la ley y el
orden.
Perdona y olvida,
¿no es lo que hacen los buenos cristianos? Dios al final te perdona todo. No
malinterpretes ¡Piensa lo que vas a hacer! No se te está diciendo que lo hagas.
Solo descansa, has tenido un mal día. Piensa en algo lindo que hayas vivido,
¿nada? Esfuérzate, debe haber algo que te haga elevar los ojos al cielo; algo
dulce, tierno…hace ratos que no quieres escuchar, la fina navaja va y viene
entre tus manos. Ya cortaste lo suficiente ¡Ni una cuchillada más! Detente, podría
desangrarse. Te condenarán por esto, ¿no te importa? ¿En serio?
Te detienes furiosa,
me miras y tratas de azotar mi rostro para callar la voz. La puerta se abre y das
la última cuchillada, seca, sin remordimientos. Te levantan y chocan contra el
espejo en el que ves mis ojos aplastados a los tuyos, entonces abres tu voz para decir convencida, que tenías que
matarlo: ¡se parecía a él! Seguramente haría lo mismo a otras mujeres cuando
creciera.
Carlos, es extraordinario tu cuento!!! Nos pones en la piel del personaje a través de eso voz de los consejos. Me encantó!
ResponderBorrar. Idea principa del texto
BorrarExcelente historia. Una manera extraordinaria de documentarnos, utilizando deliciosamente, la segunda persona, sobre sucesos ciertos, reales al tiempo que anónimas; en los campamentos guerrilleros.Narrada con tu estilo firme, contundente y delicado al mismo tiempo.
ResponderBorrarGracias profe Clide por esa promoción permanente de nuestras letras e imaginarios narrativos. Gracias también a Elivirita por su lectura y comentarios. Un abrazo y un beso grande a ambas.
ResponderBorrarCarlos es sublime. En ningún momento baja la tensión, nos mantiene en el aire y nos hace girar a su antojo. Felicitaciones
ResponderBorrarQué fuerte pero qué bien contado este cuento! Más cuando has pasado por esas épocas de represión. Felicitaciones! Mirian Sansón,
ResponderBorrar¡Qué gusto leerte Carlos después de tanto tiempo! Sobre el cuento, los compañeros que comentaron antes lo dijeron casi todo. Me encantó tu forma de mostrar, en la voz del narrador en segunda, los sentimientos de la protagonista sin describirlos específicamente. ¡Felicitaciones!
ResponderBorrarhola
ResponderBorrarprofesor carlos gracias por esta historia me desaoge con mi mama
el texto es muy lindo ust profe carlos es el mejor
ResponderBorrarpero lo que lo hace muy bueno es su manera de pensar
se puede decir que desde el punto de vista de un estudiante de 13 años, este texto me mantuvo atento, hasta el punto que me sentía dentro de la lectura, me quedo sin palabras frente a tan sublime y exquisitas palabras
ResponderBorrarXD
ResponderBorrar._.
ResponderBorrarmuy bueno el texto leer y leer se encuentra dentro de la historia
ResponderBorrarexcelente