Adriana Díaz
Rosario, Argentina
Mirando
hacia el horizonte, contemplaba el futuro, preguntándose si todo su esfuerzo
había valido la pena. Frente a él, un camino largo y sereno que se extendía de
forma recta lo podía regresar a su familia, su mujer, hijos, su pequeña casa y
un empleo de rutina. Si emprendía el retorno, en un rato nomás, la vida
volvería a comenzar o quizás podría decirse que sólo continuaría. Sin más, sin
saltos, sin desvíos. Sin dudas, preguntas ni vacilaciones.
Volvió
sobre la última línea del libro que aún sostenía en sus manos: "Caminando
en línea recta, uno no puede llegar muy lejos", decía desde su voz
provocadora y lacerante, el personaje del cuento que estaba leyendo.
Juan Born dejó el
libro a un costado.
Desafiando
el camino recto que se abría hacia adelante, caminó dos o tres pasos a un
costado. Breves y contundentes. Luego un par más en diagonal. Después cayó. Un
precipicio alto y luminoso se abrió ante él.
¡Contundente!
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