miércoles, 5 de diciembre de 2018

El jardín de Antonio



Adri Díaz

Argentina


Esta noche, Antonio nos ha convocado a todos en su casa. Hemos quedado en reunirnos cerca de las diez.
- Después de cenar - nos ha dicho - como anticipándose a que no faltará un atrevido que se apersone antes y se presente a comer.
Hemos escuchado el relato, en audio y por WhatsApp como se acostumbra ahora cuando se quiere informar algo importante. ¿Quién lo hubiera dicho? Antonio a full con el WhatsApp. Desde Corrientes al mundo, como dice él cada vez que bromea sobre su origen. Pero lo cierto es que su audio de esta tarde nos ha dejado preocupados. Ha pedido que concurramos todos y eso haremos
- Se han llevado a la Geno - nos ha dicho entre lágrimas. - La Geno, la luz de mis ojos. Me la han raptado estos hijoepu... Los narcos- agrega con bronca y hasta yo, que no suelo darle importancia a estas cosas, me he preocupado.
Esta noche nos juntamos todos y vamos a liberarla.
- La Geno es mía y si no es mía, de nadie más - ha dicho y eso haremos, iremos. Porque somos familia, como él dice. Sus cumpas, los que siempre están. Y dice la verdad porque a quién de nosotros, Antonio no nos ha ayudado alguna vez… ¿A quién no le ha brindado una cama, una mesa, un laburito, una changa? Siempre que alguno necesitó, Antonio estuvo y sólo por eso estaremos. Aunque tengamos que ir de noche y meternos en los pasillos, cruzar el asentamiento, sentir miedo, temor. Sí que lo sentimos, no les voy a mentir. Pero estaremos. Iremos a recuperarla. La Geno es de Antonio. Desde que él la trajo, de chiquita nomás, de allá lejos, de la estancia de Don Ino, allá por los esteros correntinos.
- Y de allá pa'aca - sin escalas- como dice Antonio. - Que la Geno es parte mía, ¿Qué otra me hubiera aguantado tantos años? Nadie nomás. Ni siquiera la Ramona que me duró poquito, paz descanse - cuenta y sin poder terminar siempre se le escapa una lágrima.

Antonio es un hombre grande. Curtido por el sol. Correntino de ley viviendo en la gran ciudad. Amigo de todos y por todos querido. Por eso iremos. Por eso y nada más, nos meteremos en el barrio de los narcos esta noche, a negociar con los jefes y si es preciso a morir, para traerla de regreso. Que la Geno es suya. Quién puede negarle que esa cotorrita que trajo de bebé hace tantos años debe estar acá, junto a Antonio y en su jardín. Esta noche, sí. No queda otra, la iremos a buscar.





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