miércoles, 14 de diciembre de 2016

El Universo de Gabriel

Con audio incluido

 Paul Fernando Morillo

Lewisville. NC. USA

            Desperté para encontrar la sala iluminada y la mirada del doctor sobre mi cara. Esta vez voy a fingir y decirle que fue otro sueño, digamos, una fantasía de un Morfeo normal, porque mi dios personal está medio desquiciado. 
            Así que procedí a decirle al galeno que tuve una experiencia rara, pero todo sueño es un poco atolondrado y tonto. Si, asentí, parece que la marihuana medicinal me está ayudando a controlar mis dolores espirituales. El doctor, sonrió, y me dijo que estoy mejorando, me sentí aliviado, y comencé a caminar por mi nube con temor.
            Parece ser que anoche el no haber tocado mi droga medicinal ayudó en mi mejoría. Antes de retirarme a descansar tomé un vaso de leche tibia con una cucharada de cognac, brindé con sorna lúdica por la receta de mi abuela y me fui a dormir.
            La Paz sea contigo, no temas, me dijo el ser de traje blanco lechoso. Yo me resistía a mirarlo, pero su voz suave y serena afinaron los muelles de mi alma desentonada. Como siempre ocurre en los sueños, no podía mirarme las manos y mi agudeza mental tomaba nota de ello y comenzaba a tejer las preguntas irrisorias en apenas dos frases. Estaba en paz y ahora que aparece este ser de la nada estoy con miedo. ¿Por qué la voz tiene acento español? Y la voz continuó: “cuando despiertes, no le digas al galeno de nuestro encuentro. Hala, dile, que el Universo se ha postrado en tu favor. Eah, que ahora vosotros los hombres creen más en las ridiculeces materiales que en nuestro Señor”. 
            Asentí con la cabeza una y mil veces y respondí: así sea. Tuve el mismo exacto sueño cuando se me indujo a este estado de semi conciencia y cuando desperté en el sillón del Doctor, éste tenía sus ojos fascinados sobre mí. Me dijo que yo hablé en otras lenguas y que repetía con acento español “el Universo esta con nozotroz”.
            El médico me dio el alta por ese día, me recalcó que las visiones y sueños de los ángeles tal vez, quizás, enfatizó, pasaron en una remota y dudosa historia, mil años atrás; pero que esas son solo fábulas, lo que en verdad nos sirve, prosiguió, para encarar el brillante y cierto futuro, es nuestra total rendición a los edictos del Universo, así que me aumentó la dosis diaria de medicina a tres veces al día, muchas más horas de meditación transcendental y una dieta rica en verduras y sin carnes rojas.
            Le di las gracias, musité un “ángel de la guarda” callado entre mis labios. Entró el enfermero, quien me ayudó a colocarme en mi silla de ruedas. Me trasladaría a la pieza del psiquiátrico donde me encontraba.
—Listo Gabriel —le dije— empuja nomas, el Universo nos espera.  



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