Paul Fernando Morillo
Lewisville, NC, Estados Unidos
Huguito, el bobo, tenía una reticencia
a la comunión los días domingo en misa de 6:30 am. Quizás sus pecados eran tan
pesados que el cuerpo del Señor era rechazado del cuerpo y del alma de Huguito,
al menos eso creía el bobo.
Tenía el mejor puesto público que
cualquier ciudadano del paisito de papel pudiera obtener. Cómo presidente cometió
desmanes; de acuerdo, pero nada para que las puertas del cielo le fueran vedadas.
El asunto era más terrenal que espiritual
pensaba Huguito, el bobo. Y es qué cada vez que la oblea santa llegaba a sus
sebosas tripas se transformaba, de pan ázimo en unas turbulentas flatulencias.
Después del último domingo, con paupérrima
energía fué a hablar con el párroco. El bobo tenía miedo de hundirse en las
tinieblas eternas porque las hostias le sacudían los intestinos.
¿Era el Presidente del paisito de papel, el
más noble e inteligente, no agradable a los designios del Altísimo?
Huguito, el bobo, se afanaba en explicar
al cura las maravillas que su persona había hecho por la patria; no sólo esta
patria tímida y desolada, incluso él había cambiado la más grande. Explicaba
cómo los pobres dejaron de ser pobres y se hicieron más pobres, los ricos más
aún y los menos ricos, mucho menos. Su voz iba en aumento. Exigió, pataleó y
hasta le propinó una bofetada al representante de los discípulos de Jesús en la
tierra. Se necesitaba El Cambio.
El domingo a las 6:30 am el cura, con el
ojo hinchado y la boca enfilando hacia el sur-oeste, llamaba a la comunión con
las obleas gluten-free.
Cuántas cosas encierra esa historia. Felicitaciones!!!
ResponderBorrarCuántas cosas encierra esa historia. Felicitaciones!!!
ResponderBorrarMuy bueno Paul!!. Cualquier similitud con la realidad es pura observación!!
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