martes, 18 de agosto de 2015

Cuestión de tiempo


 Doris Irizarry

Puerto Rico

Las piedras del acantilado despertaron horrorizadas por el estruendo de sus pasos; y antes de que su cuerpecito en flor llegara al fondo del Hoyo Negro, invocó a los dioses para que fuese otro el que la rescatara. Los dioses, que parecen habitar a trillones de kilómetros de Yucatán, escucharon la plegaria de Naia y concedieron su petición trece mil años después. 

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