Gil Sánchez
México
Hospedó
sus pensamientos en sus ojos profundos donde cabía todo, hasta la tristeza y le
dijo: ––Qué desea usted de mí, señorita.
––Que
usted sea mi padrino de bodas. Me va a oficiar la misa el cura Arturo y me caso
con el joven Alberto Parra.
Levantó
el teléfono y habló al hospital psiquiátrico. La miró, delgada, pero muy
delgada, en extremo. Vació su ternura en esa mirada. Su padre, la recibía
después de seis meses de internarla por locura. Sabía que el sacerdote había
muerto antes de casar a Alberto, éste se casó poco después y partió a
Montevideo donde fijó su residencia. De pronto, sin pensarlo la subió a su
coche y fue a comprarle su vestido blanco. Al probárselo, sus ojos se llenaron
de luz y la felicidad instaló en su cara, una gran sonrisa. Luego de
disfrutarla, pensó. “Tiene sentido perder la cordura, por este momento”.
Gil
ResponderBorrarLindo escrito, cargado de sensibilidad. !Estilo que admiro mucho!