jueves, 19 de junio de 2014

Otro mundo



Gil Sánchez
México
      Odio a la señora Chole, no la soporto, si tan siquiera no le hiciera caso a la señorita Lucy. Maldita Lucy, es una tirana que comanda inocentes, quisiera borrarla de esta vida, como mis parientes que viven transparentes.  Que se convierta pronto en tierra, para que hable solo a través de las hojas de un simple arbusto miniatura. Y le falte agua, y también le impida crecer por culpa de tanta sed.  Sí, que mueran todas las plantas como ella y deje tan solo el polvo, como en un desierto que se ve limpio y en silencio. Pero, la que no soporto más, es “la metiche” de la señora Chole, que me atolondra cuando me da eso. ¿Sí lo ves? Me hace entrar en un sueño cuando aún estoy despierto, y platico muy sabroso con los muertos vivientes. Porque yo soy un viviente atolondrado, nada más, que cree que convivimos todos, junto a los que ya no se ven, porque están por ahí. ¿No los ves? ¡Ah! Entonces eres uno más, de los no atolondrados, que se creen intocables y perfectos. Esta mañana, vi que entraban dos personas; una ya había muerto y otra no; pero como traía la baba colgando, me dije está viva, pero ya muerta. En este mundo, donde las paredes se hablan, pero en silencio, a veces hablan muy bajo, pero solo yo las oigo; igual que cuando nosotros hablamos con los que ya se fueron. Estas paredes que me ven, tienen su historia.  En la otra noche, me la contaron muy quedito para que nadie escuchara. Si supieran todos; qué historias. Pero no les voy a decir nada, para qué, si no me creerían. Allá va la señora Chole a apaciguar al nuevo. ¡Ah! Que necedad de perturbar nuestra conciencia cuando sentimos todo en nuestro mundo. ¡Qué comezón tengo en la cabeza!, deja que te agarre piojo cabrón. Pero la Lucy, es la que no nos quiere, es malvada, cínica, entrometida en asuntos que ni le corresponden, si con los suyos no puede, cómo va a poder con los de extraños. Porque nos ve como poca cosa, muy indiferente, sí, yo se los veo en sus ojos. Esos ojos, me dicen que no le gustamos, que estamos sucios, pero también de la mente. Entonces, ¡que se vaya! Estaremos bien sin ella. Algún día, uno que no se ve, se le va a atravesar donde menos lo espera. Se llevará un susto. ¡Ojalá la mate! Aquel que está babeando; cómo me recuerda el sueño de anoche. Se parece mucho a mí, pero no, no era yo. Yo, sí sé la tabla de multiplicar y el no se la sabe. Se resistía, pero Lucy ordenó que lo encerraran. ¡Ah! qué maldad dentro de una mala, pero ella es muy mala. Pues, qué gana con apendejar a todos. Si seguimos igual en nuestro mundo a toda madre. Sin preocuparnos quién gobierna este mundo de disque locos, a que zonzos, no nos comprenden. Si lo único que nos interesa, es que la Chole no aparezca con la dosis esta noche. Pero nadie sabe dónde está. Bueno yo sí, acércate te lo voy a decir, al cabo tú no hablas; está muy quieta en la letrina, desde la tarde. Hace ratito, se ahogó la pobre, en la mierda de todos. Nadie sabe, pero yo tampoco…, solo cerré la tapa de madera para que nadie la viera, después de un empujoncito. Yo sentado oía sus gritos, me iba a levantar, pero después ya no los escuché. Entonces, para qué me levanto. ¡Ah! Ahora sí escucho a todos sin estar atolondrado. Ahora, sí voy a poder platicar a gusto con los míos, los que no se ven. Hola, mamá, sabes que soy una serpiente que se arrastra entre la mugre que te escurre de tus entrañas putrefactas al salirte de la tumba en que te revuelcas sin descanso. Todavía no descansas, pero no te vayas, como siempre lo haces a cobijarte en la botella para luego golpearnos, ¿te acuerdas? ¿Qué me encerrabas? Otra que ya se arrastra, otra, que me la voy a llevar hasta el infierno, es la Lucy. Para que ya no vuelva a molestar, igual que tú.
Mamá, pero ¿me trajiste lonche? Porque yo, ya hice la tarea.

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