jueves, 5 de octubre de 2017

Cerré los ojos

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Gil Sánchez

México

Apagué la luz y la oscuridad instaló un miedo que ya había desaparecido. Unas voces que reconocí de antaño, apuradamente, avisaron que un extraño estaba a mis espaldas. Inmediatamente giré hacia atrás y no vi a nadie. Una paz entró en mi interior al reconocer que todo alrededor estaba en su lugar, sin moverse en años, y eso me cubrió de calma. Sin embargo, las voces conversaban entre sí, y hacían mención de parientes ya fallecidos. Seguí el cuchicheo en la otra habitación, dudé en abrir la puerta y ésta se abrió sola. Con un temblor de mis piernas ingresé y con sorpresa vi a mis padres, abuelos y tíos quienes me recibieron con risas, luego se abalanzaron hacía mí para darme un abrazo. Incrédulo aún de mi condición aprecié a todos jóvenes, ufanos de su gallardía, me miraron con tristeza y al girarme, frente mí, un espejo reflejó una vejez serena.

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