Gil Sánchez
México
Impávida, con la tranquilidad reflejada en su rostro, permanecía sentada detrás
de la ventana con sus lentes oscuros. Doña Carolina, se confundía con los
adornos del cuarto grande que daba al balcón de una avenida poco transitada.
Hacía un año que su hijo la había depositado en una casa de retiro. Un buenos
días, la sacó de sus pensamientos.
–– ¿Cómo se llama, señora?
––Carolina, pero me dicen Caro. Y usted, ¿quién es?
––Raymundo, usted me puede decir, Ray. ¿Por qué no salimos al balcón?
––Y para qué, nunca podré ver nada y aquí oigo lo necesario.
Pero una mañana la convenció de salir a sentir el viento fresco, y se convirtió en sus ojos, al decirle: A lo lejos se percibe el mar azul con un oleaje apacible, pero constante como los corazones que se aman salpican al sol y en las noches sonríen a la luna. Unas gaviotas vuelan cerca de un barco pesquero. Las ansias que muestran por tener comida, son las mismas que tenemos por una caricia de nuestros seres queridos. Pasa un gran buque con turistas alegres, bailan ante un sol tierno que en vez de dejar un ardor, solo deja un calor en las mejillas. Yo sé que usted las siente. ¿Verdad que sí?
Así, todas las mañanas hasta el mediodía le contaba lo que veía, y por las noches describía las constelaciones de estrellas vivas, que emitían su luz ante la necesidad de ser vistas.
Hasta que un día, no llegó para acompañarla al balcón. Al primer asistente que pasó, le preguntó por Ray. Éste, en forma directa y sin preámbulos, dijo: murió, tenía un cáncer avanzado, y con pocos días de vida.
––Me puede sacar al balcón un momento. Deseo ver el mar––dijo al asistente, a pesar del estrujamiento en su pecho que le impedía respirar.
–– ¿Cuál mar? Si estamos al pie de una montaña, y los suburbios de la ciudad no tienen nada bueno que ver. Además, usted es ciega.
Por primera vez, se quitó los lentes oscuros, se vio decidida caminando por la playa y al mirar el mar pasó rozando muy cerca de ella, aquel ángel, y revoloteando se elevó a lo alto del cielo azul con una sonrisa en la boca que fue correspondida.
–– ¿Cómo se llama, señora?
––Carolina, pero me dicen Caro. Y usted, ¿quién es?
––Raymundo, usted me puede decir, Ray. ¿Por qué no salimos al balcón?
––Y para qué, nunca podré ver nada y aquí oigo lo necesario.
Pero una mañana la convenció de salir a sentir el viento fresco, y se convirtió en sus ojos, al decirle: A lo lejos se percibe el mar azul con un oleaje apacible, pero constante como los corazones que se aman salpican al sol y en las noches sonríen a la luna. Unas gaviotas vuelan cerca de un barco pesquero. Las ansias que muestran por tener comida, son las mismas que tenemos por una caricia de nuestros seres queridos. Pasa un gran buque con turistas alegres, bailan ante un sol tierno que en vez de dejar un ardor, solo deja un calor en las mejillas. Yo sé que usted las siente. ¿Verdad que sí?
Así, todas las mañanas hasta el mediodía le contaba lo que veía, y por las noches describía las constelaciones de estrellas vivas, que emitían su luz ante la necesidad de ser vistas.
Hasta que un día, no llegó para acompañarla al balcón. Al primer asistente que pasó, le preguntó por Ray. Éste, en forma directa y sin preámbulos, dijo: murió, tenía un cáncer avanzado, y con pocos días de vida.
––Me puede sacar al balcón un momento. Deseo ver el mar––dijo al asistente, a pesar del estrujamiento en su pecho que le impedía respirar.
–– ¿Cuál mar? Si estamos al pie de una montaña, y los suburbios de la ciudad no tienen nada bueno que ver. Además, usted es ciega.
Por primera vez, se quitó los lentes oscuros, se vio decidida caminando por la playa y al mirar el mar pasó rozando muy cerca de ella, aquel ángel, y revoloteando se elevó a lo alto del cielo azul con una sonrisa en la boca que fue correspondida.
¡Excelente relato Gil! Muy bien descripta la soledad de algunos adultos mayores.
ResponderBorrar¡Felicitaciones!
Muy bien relatado el vacío interior, pero también la existencia de ángeles que los van colmando de amor.
ResponderBorrarLa vida es como la queremos vivir. Muy bueno Gil. Me gustó mucho!
ResponderBorrarMagnifica historia Gil.Felicitaciones.
ResponderBorrarMagnifica historia Gil.Felicitaciones.
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