lunes, 19 de octubre de 2015

Una vida más


Gil Sánchez

México

 

No sé por qué, desde niño, conocía a todos los que vivían en mi calle. Tomé inexplicablemente una rara afición. Asignar en una libreta de medio uso, una estrellita por cada fallecido de mi cuadra. Desesperaba, porque pegaba pocas en primaria, luego en secundaria más, y así, fui llenando páginas. Luego ingresé a la Universidad y hubo repentinamente un aumento súbito que me sorprendió. Ya casado en cada visita a mi madre, ella me actualizaba. Hasta que ella pasó a integrar la página veinte. La puse a mero arriba. Al llenar casi todas las hojas, me percaté que quedaban dos o tres personas, y a los demás, no los conocía. Era un verdadero extraño en mi colonia. Un completo invisible. Ahora, mi preocupación creció al no quedar integrado a mi libreta. La soledad me pregunta, quién pondrá la última estrella, para terminar esta rara afición que cada vez es más triste tanto en el día como en la noche.

 


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