Gil Sanchez
México
A mitad del puente admiraron el río. Un galope dentro de su pecho parecía buscar su fuga, se secó
las manos en su pantalón en forma discreta y, luego tomó sus manos. Por varios segundos que
parecieron interminables, se miraron. Preguntó:
–– ¿Me amas?
Su vista se dirigió al río y la detuvo en la vegetación de la orilla norte. Luego dijo:
––Sí.
Las aguas lamían la orilla con indolencia. La mirada desvaneció y dejó una huella como la mentira.
El puente con maderos añejos rechino a sus pasos y antes de acabar su recorrido las ilusiones como
palomas alzaron su vuelo.
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