Adri Diaz
Argentina
Hay un pájaro. Extraño, sí señor. Yo creo que es pájara pero
no sé cómo probarlo. No importa. No hace a la esencia de este relato. Lo que
interesa es que hay un pájaro o pájara que se ha instalado en nuestra vecindad.
En nuestro barrio, en nuestra calle. Sobre nuestras cabezas. Vive allí desde
hace un tiempo. Todos nos hemos dado cuenta. Incluso aquellos que no socializan
demasiado pero habitan este mismo lugar que nosotros.
El pájaro, la pájara grita toda la noche. Así como se los cuento. Grita y no es un arrullo normal o un gorgojeo no, es un grito. Un alarido constante. Ruidoso, fuerte. Interminable. A veces, en las horas de la madrugada, parece que estuviera poseído. Grita como si tuviese un demonio dentro. No es normal, decimos todos los que habitamos la calle y nos hemos reunido más de una vez a mirar hacia arriba y a conversar sobre el tema. Es un grito ensordecedor y permanente. Comienza como a las ocho de la noche cuando baja el sol, sin falta. Es como un grito de guerra. No sé qué pretende, qué busca. No sé si tiene un plan de destruirnos la cabeza o dejarnos sordos. No lo sé. Sólo puedo asegurar lo que veo. Y eso es, un pájaro o una pájara. Provista de toda rareza.
El pájaro, la pájara grita toda la noche. Así como se los cuento. Grita y no es un arrullo normal o un gorgojeo no, es un grito. Un alarido constante. Ruidoso, fuerte. Interminable. A veces, en las horas de la madrugada, parece que estuviera poseído. Grita como si tuviese un demonio dentro. No es normal, decimos todos los que habitamos la calle y nos hemos reunido más de una vez a mirar hacia arriba y a conversar sobre el tema. Es un grito ensordecedor y permanente. Comienza como a las ocho de la noche cuando baja el sol, sin falta. Es como un grito de guerra. No sé qué pretende, qué busca. No sé si tiene un plan de destruirnos la cabeza o dejarnos sordos. No lo sé. Sólo puedo asegurar lo que veo. Y eso es, un pájaro o una pájara. Provista de toda rareza.
Anoche ha venido una patrulla. Y luego, tres móviles más.
Han bajado de sus coches. Linterna en mano. Han recorrido el lugar buscando al
sospechoso. Han mirado por los jardines, entre las ramas y en el follaje
espeso. Han apuntado las luces altas hacia arriba y he visto a un par de los
uniformados treparse con agilidad a unos pilotes de cemento para poder
localizarlo. Se han escuchado sus voces y la del oficial a cargo. El handy, la
frecuencia. La radio del comando. Al final, después de un fuerte operativo,
lo han capturado. Lo han bajado del árbol apuntándolo con la metralla y le han
puesto las esposas. Lo han metido en uno de los autos policiales y se lo han
llevado detenido.
Esta mañana nos hemos juntado los vecinos de la cuadra y
hemos comentado sorprendidos: Vaya, pues si que funciona y con qué excelencia,
el 911.
#ElPájaroQueGrita
¡Muy bueno Adri! ¡Bienvenida al blog!
ResponderBorrarGracias Osvaldo!
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